Preguntas en el siglo XXI.

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sábado, 1 de agosto de 2020

Adorar a la ciencia es idolatría

La idolatría de la Ciencia, + culto a la democracia + el placer y de la carne constituye la religión antropólatra
Esta idolatría de la Ciencia nada tiene que ver, por supuesto, con la indagación científica, que se dedicaba a explorar la naturaleza , sino que pretende el dominio de la naturaleza, colocándose por encima del bien y del mal.


Todo intento de adentrarse en la naturaleza sin reconocer la existencia de una primera causa está, sin embargo, condenado al fracaso; estamos ante un barrizal cientifista que en lugar de aclarar la naturaleza la ha vuelto más turbia.
Los dictámenes de la Ciencia no son más que la cháchara de unos farsantes que improvisan sobre la marcha, incapaces de penetrar los misterios de la naturaleza, puesto que niegan su primera causa.

El madero de la Cruz

El madero de la cruz
(inspirado en  «La mujer de Pilato» (Die Frau des Pilatus, Insel- Verlag 1955)

En cada esquina del mundo hay sufrimiento, por todos los caminos de la existencia hay personas que no dejan de llorar, sobre todo durante esta pandemia, pero en medio de ese dolor la compasión de Cristo acompaña a todos, ya que nos amó y se entregó por cada uno de nosotros, a pesar de nuestras infidelidades y traiciones. 
“…20 y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí.v Y la vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a la muerte por mí…” (Gál.2,20)
Fuera de Jesús todo es pequeño, en él se alza la paz verdadera, que vence la injusticia, el pecado y la muerte. Pascal afirmó que «Jesús estará en agonía hasta el fin del mundo» («Jésus será en agonie jusqu’à la fin du monde», P 553). Y así es en realidad, está presente en todo dolor, sobre todo el injusto.



Jesús está en un jardín, no de delicias, como el primer Adán, donde se perdió a sí mismo y a toda la humanidad, sino en uno de tormentos, donde se salvó a sí mismo y a toda la humanidad.
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Sufre este dolor y este abandono en el horror de la noche.
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Creo que Jesús nunca se quejó, excepto esta vez. Pero por entonces se queja como si ya no pudiera contener su dolor excesivo: mi alma está triste hasta la muerte.