Gabriel Rufián, portavoz del grupo de ERC, manifestó mediante la parodia y la ridiculización su superfobia católica.
En el marco del debate sobre la ley trans, Rufián preguntó: “¿cuántos de ustedes son católicos, católicas practicantes?”. Y contestó: “un montón”; “por lo tanto ustedes creen en seres que hablan, creen en palomas que embarazan, creen que las mujeres provienen de la costilla de un hombre, creen que si todos y todas nos llevamos mal vendrá una lluvia de fuego y nos quemará a todos y a todas”. “¿Ustedes creen en esto, y vienen aquí a dar lecciones de normalidad y adoctrinamiento ?”.
Este “chulo de esquina” equiparó a muchos creyentes con gente que cree en serpientes que hablan y en palomas que embarazan… Y lo hizo sin venir a cuento, introduciendo el elemento religioso en el debate. Y lo hace en la tribuna del Congreso de Diputados.
Este diputado no conoce no conoce el respeto y la tolerancia; por lo tanto, no merece el escaño que usa.
Creyentes y no creyentes lamentan las palabras de burla de este político, y le piden que aborde temas que afectan gravemente a la sociedad hoy en día como: trabajo digno, vivienda, violencia doméstica, etc.
Las normas de una sociedad potenciarán a la misma si se sabe respetar el “ethos religioso”. Un Estado democrático respeta y garantiza las libertades éticas de los ciudadanos, y sabe valorar las cosmovisiones religiosas.
Rufián desde la ignorancia y el desprecio se ha decantado por la “gracieta”, dejando ver su ignorancia sobre el cristianismo, incapaz de reconocer y respetar a los que no piensan como él.
Es un claro síntoma de sectarismo con pretensión de anular a los que no piensen como él. Es una postura totalitaria que caricaturiza primero para terminar justificando la agresión violenta del otro.






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