El abuso de poder es una triste realidad que se sigue dando en nuestra amada Iglesia. Qué obsesión tan desmesurada por imponernos controles clericalistas.
No QUIERO callar, porque Si CALLO ante la injusticia, el poder se hincha y la injusticia se propaga. El silencio ante la injusticia nos hace culpables. Miro la prepotencia de algunos.
En la Iglesia, sobre todo en determinados cargos, hay una gran actitud de miedo y sumisión a todo lo que digan y decidan esos cargos que algunos asumen diciendo que sirven y lo que hacen es servirse del cargo y además con autoritarismo.
Esto es fruto de una larga historia de exclusión, imposición, control y autoritarismo. Es hora de frenar y abolir esas conductas. Mencionaba Juan José Omella (20-9-21) el miedo a la libertad. Quiero rebelarme contra ese miedo. La libertad es un regalo de Dios, por encima de autoritarismos y poderes de todo orden.
En el cristianismo nadie ha de estar por encima de nadie. Dios nos iguala en la fraternidad. Los servicios son para ayudar, no para imponer voluntades propias. Jesús de Nazaret se atrevió a romper con normas y leyes esclavizantes. Es así cómo se irá creando una Iglesia más pobre, humilde y sencilla, y esta es la que hemos de construir los cristianos.







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